viernes, 1 de noviembre de 2013

49° Juegos del Hambre: Capitulo 2: "El nuevo pez"

    A esta hora las calles están casi vacías, es la hora del almuerzo, todos están comiendo en sus casas. La mayoría de los que deambulan por las calles a esta hora son personas ancianas. La vida en este distrito es muy prolongada, conozco personas que tienen mas de ochenta años y no tienen ningún problema de salud.       En una banca veo a dos ancianos que al parecer hablan de los juegos, como no tengo nada que hacer me acerco a ellos para escuchar un poco mejor la conversación.
   -Yo digo que Randoll debería participar en el vasallaje y no este año.- Dice el mas anciano.
   -Todos estamos de acuerdo con eso, ganar un vasallaje nos traerá mucho mas honor y riquezas.- Le dice el otro.
   -Lo malo es que este año no tenemos otro voluntario.-
   -Mmm... Mi nieto es muy bueno con la espada, podría convencerlo para que vaya este año.-
   -El mio sabe usar lanzas y cuchillos, mejor que vaya él.-
    Los ancianos empiezan a discutir sobre cual de sus nietos es mejor con las armas, lo cual no me interesa en lo absoluto, se nota que ambos están muy orgullosos de ellos pero también se nota que mienten para no quedar peor que el otro.
    Decido seguir mi camino hacía el mercado del distrito, quizás ahí esté pasando algo mas interesante. No suelo ir mucho a ese lugar pero siempre que voy suelo ver cosas curiosas. El mercado queda a una media hora caminando desde aquí así que supongo que en el tiempo que demore en llegar irá apareciendo mas gente en las calles.
    Mientras camino empiezo ver como la gente vuelve a las calles. Veo como los niños salen corriendo a jugar con sus amigos y como los adultos vuelven a sus trabajos. También veo como los ancianos comienzan a entrar a sus casas, al parecer solo les gusta salir cuando hay tranquilidad en las calles. Mientras camino se me acercan unos niños pidiéndome que les ayude a bajar un comenta atrapado en un árbol. Recuerdo que cuando pequeño siempre se me quedaban atrapados los cometas en los arboles así que tengo experiencia subiéndome a ellos.
   -Oiga señor, ¿nos ayuda a bajar nuestro cometa que quedó atrapado en ese árbol?- Me dice uno de los niños.
   -No le digas señor, tonto, es un adolescente, como mi hermano.- Le dice el otro.
   -Jajaja nunca nadie me había dicho señor.- Digo riendo.
   -Porque no lo eres.- Me dice el niño.
   -Bueno, es verdad... ¿Donde dijeron que estaba su cometa?-
   -Aquí, ven.- El niño me agarra de la camiseta y me lleva al árbol donde se encontraba.
    Miro hacia arriba e intento localizar el cometa.
   -No lo veo.- Les digo
   -Está justo ahí, es de color rojo.- Me dice el niño apuntando el lugar donde se encontraba
   -Ah, ya lo ví...-
   El cometa está muy alto, al menos a unos 5 metros del piso. El árbol tiene unas ramas muy gruesas en la parte baja así que subo con facilidad. Mientras trepo me vienen a la mente todas las veces que me subía a los arboles con mis amigos. Siempre era para sacar frutas o simplemente para ver quien era el que llegaba más alto, pero también me acordé de la vez que me caí de uno. Fue una vez que estaba con mis amigos y yo para llamar la atención me subí muy alto y me empece a balancear, como al principio nadie me tomaba en cuenta lo empecé a hacer mas fuerte hasta que me vieron. Todos me decían que parara porque se podía romper la rama y yo para hacerme el valiente lo seguí haciendo. Cuando ya decidí dejar de hacerlo escuché un grujido y acto seguido me vi cayendo de espaldas contra el árbol. Mientras caía intentaba agárrame de las ramas, lo cual era completamente inútil ya que se iban rompiendo cuando las sostenía, eso sí, me sirvieron como amortiguación ya que llegué al suelo con menos fuerza de la que debí haber tenido por caer de semejante altura. Increíblemente solo me doblé un pie pero quedé con muchos raspones por todo el cuerpo.
    Cada vez que me acercó mas al cometa veo como las ramas se hacen más frágiles, ya he escuchado el crujir de muchas. El cometa aún está a unos dos metros de mí, pero me doy cuenta que está totalmente destrozado, está roto por todos lados y no creo que pueda volver a elevarse. Creo que lo mejor será bajar y decírselo a los niños.
    Poco a poco empiezo a descender con mucho cuidado, en cualquier momento puede romperse una de las ramas y no quiero volver a repetir una de esas caídas. Sin darme cuenta paso a pisar una rama podrida y se rompe instantáneamente, por suerte estaba agarrado fuertemente de dos ramas con mis brazos así que quedo colgando por un momento y piso otra rama. Ya estoy llegando al piso así que decido sostenerme de una rama y saltar.
    Cuando llego abajo no me encuentro con los niños, la parecer se han marchado porque ni siquiera los escucho. No tengo idea cuanto tiempo me habré tardado en subir y bajar pero no creo haber demorado más de cinco minutos, estos son los niños con menos paciencia que he visto. Espero un momento para ver si se aparecen de nuevo pero como no veo rastros de ellos decido irme. Sigo caminando para llegar al merco que aún queda a unas cuantas cuadras. Cuando llego me encuentro con cientos de personas. Todas están tan desesperadas comprando que hay agentes de la paz controlando. No tengo idea que es lo que estarán comprando ya que la gente sale con bolsas que no dejan ver lo que hay dentro, pero viendo su forma se ve que es algo grande. Como vine sin ningún motivo más que el de ver cosas interesantes me meto entre la gente para ver que es lo que está causando todo este revuelo.
   -¡Ese niño no está respetando la fila!- Grita una señora. Hay tanta gente aquí que no se nota que haya una fila, todos están amontonados e intentan pasar como pueden. Paso por entre medio con mucha dificultad pero logro llegar al frente.
    Hay un vendedor muy nervioso que atiende a todas las personas que puede al mismo tiempo, la gente pasa el dinero y el intenta darles el cambio, el hombre está muy acelerado y no da bien el cambio, a una persona le dio casi el doble de lo que le había pagado. El hombre deja de recibir dinero y entra a su bodega para buscar lo que la gente está comprando. La gente solo grita cosas como "¡Yo quiero el mio!" o "¡Yo también quiero uno!" pero nadie dice el nombre del producto.
    Cuando el hombre vuelve por fin puedo ver que era lo que vendía. Se trataba de unos peces nuevos creados por el Capitolio llamados saladamos, unos peces del tamaño de salmones, con ojos azules y escamas de color plateado brillante. Por lo que vi en la tele fueron creados para alimentar a la gente del Capitolio en la crisis de los peces bonito hace unos meses atras pero al parecer han llegado a nuestras costas el día de hoy. Lo que no se es porque la gente quiere comprarlos de forma desesperada. Debe ser porque son peces nuevos y nadie conoce su sabor.
   -Toma.- Me dice el vendedor pasando me una bolsa con tres saladamos dentro.
   Recibo la bolsa con extrañeza, al parecer se confundió y me la pasó a mi creyendo que yo era otra persona. No se si devolverle la bolsa o quedármela, después de todo a mi ni siquiera me gusta el pescado, aunque también podría ser un gran regalo para mis padres...
  -Muchas gracias.- Le digo al vendedor y le dejo lo poco y nada de dinero que llevaba conmigo sobre su estante.
   Las otras tiendas del mercado están prácticamente vacías y no veo nada interesante en ellas, solo hay frutas, verduras y uno que otro producto de artesanía.
    Decido volver a casa por el camino por donde me vine. Cuando llego al árbol donde estaba el comenta atrapado veo a los mismos niños jugando con otro igual al que les intenté bajar.
   -Mira, ahí está el que se escapó de nosotros.- Dice uno de los niños apuntándome.
   -¡Cierto, es él!- Dice el otro al verme.
   -¡Cobarde!- Me gritan.
    Yo los ignoro completamente  y sigo mi camino, no me pondré a discutir con unos niños que no saben lo que dicen.
    Cuando llego a mi casa solo está mi madre en ella. Mi padre ya debió haberse ido a trabajar.
   -Hola mamá, ¿te acuerdas de los saladamos? esos peces que hizo el Capitolio hace unas cuantas semanas atrás...-
   -Claro que me acuerdo, ¿por qué?
   -Traje tres.-
   -¡¿En serio?!- Mi madre me quita la bolsa y ve los peces que hay dentro. -¿Como los conseguiste?
   -Los traje del mercado, al parecer llegaron hoy a nuestras costas.-
   -¡Que bien! No sabes las ganas que teníamos con tu papá de comer uno de estos.-
   -La gente estaba vuelta loca por comprar uno ¿por qué habrá sido?
   -¡Porque son extremadamente exquisitos! ¿nunca haz comido nada hecho por el Capitolio? Ah, cierto, cuando llegaron los guiletes tú aún no nacías.-
   -¿Qué son los guiletes?- Le pregunto de forma extrañada, aunque creo haber escuchado esa palabra más de una vez.
   -Mas bien "¿qué eran?" Los guiletes fueron unos camarones mutados por el Capitolio que nos regalaron cuando ganamos nuestros quintos Juegos del Hambre. Su sabor era una mezcla de camarón con salsa y especias, de lo mejor que he probado en mi vida.-
   -¿Y qué les pasó?-
   -Los extinguimos. Al parecer no tenían la capacidad de reproducirse o quizás fue que no dejamos que lo hicieran... La gente los compraba por sacos. No deben haber durado más de un año.-
   -Ah, ya veo.-
    Por lo que me dice mi madre creo que los saladamos también se terminaran extinguiendo. Aun así no me explico porque están en nuestro distrito sin ninguna aviso por parte del Capitolio
    Al caer la noche mi madre preparó los saladamos y nos sirvió uno a cada uno. Era verdad, eran exquisitos, no se parecían a ninguna cosa que haya comido alguna vez. Antes de poder darme cuenta ya me lo había terminado.
    Mas tarde, mientras veíamos la televisión, salió una noticia de que unos marinos mercantes habían robado los últimos ejemplares de saladamos y que esto traería graves consecuencias a nuestro distrito.
   -Al parecer lo hicieron por la baja de precios de sus productos.- Dijo el presentador de las noticias.
   -Sabía que algo raro había pasado.- Dijo mi padre. -Ya es tarde Pip, vete a dormir.- Me dijo con una cara de preocupación.
    Retiro mis cosas y me voy a dormir a mi habitación.

 


miércoles, 6 de marzo de 2013

49° Juegos del Hambre: Capitulo 1 "Día de pesca"

    Corro bajando por la montaña a máxima velocidad. No quiero que me alcancen. Cuando llego a las orillas del lago miro hacia arriba y veo que aún me persiguen esos veintitrés locos. Veintitrés maniáticos. Veintitrés asesinos, que no se detendrán hasta matarme. Trato de seguir corriendo, pero ya estoy muy cansado. Empiezan a tirarme piedras, cuchillos y lanzas. Cada vez están mas cerca de mi, los escucho gritar, vienen muy rápido.
    Tengo el lago delante mio, ya no puedo seguir corriendo, tengo que lanzarme. Cuando estoy preparado para saltar siento una mano sobre mi chaqueta, ya me atraparon. Me agarran de los brazos y de las piernas, sus ojos están llenos de una especie de rabia mezclada con tristeza y felicidad.
    Mientras me sostienen, empiezan a apuñalarme. El dolor es insoportable, uno de ellos tiene una espada, me va a cortar la cabeza, pero cuando su arma baja hacia mi cuello, me despierto. Todo era un sueño, un sueño que tengo todos los años desde hace cuatro años, desde que tengo la edad suficiente de ser elegido para participar en los Juegos del Hambre. Soy del Distrito 4, el distrito de la pesca, un "distrito profesional".
    No debería preocuparme por los juegos, cada año los profesionales se ofrecen para participar, ellos se entrenan durante toda su vida para ir y ganar los juegos, pero tengo miedo a que yo salga como tributo y nadie se ofrezca para reemplazarme.
    La cosecha de tributos será la próxima semana, lo que significa que debo estar preparado por si salgo elegido.
    Veo el sol por la ventana así que me levanto de la cama, me pongo una camiseta naranja, unos pantalones largos y bajo a desayunar.
   -¿Por qué estas sudando? ¿Volviste a tener esa pesadilla?- Me pregunta mi madre cuando entro a la cocina.
   -La Cosecha es la próxima semana.- Le digo cambiando el tema.
   -Lo sé, lo avisaron anoche por la tele, mira, te preparé un pescado para el desayuno, tal como a ti te gusta.-
   -Oh, gracias.- Le digo fingiendo una sonrisa.
    Nunca me ha gustado el pescado, bueno, quizás antes me gustaba, pero a mis padres les gusta tanto que lo comemos casi todos los días y ya me harté de él.
    Actúo como si comiera. Mi madre se pone a ordenar unas cosas y luego sale de la cocina, como no pienso comerme este plato de pescado lamo a Kans, mi gato, para que se lo coma. Me levanto de la mesa y salgo de la cocina. Cuando llego a la sala de estar me encuentro con mi padre.
   -¡Oh, Pip! creí que aún dormías, voy a ir a pescar un rato, ¿quieres venir conmigo?- Me pregunta de forma muy alegre.
   -Si, claro, iré a buscar algo que ponerme encima y salimos.-
    Subo a mi habitación, me pongo una chaqueta y bajo nuevamente. Mi padre ya está afuera de la casa esperándome y lleva su famosa caña que tiene desde que tengo memoria. Una vez me dijo que pescó una ballena con ella, obviamente yo no le creo, pero hago como si le creyese.
   -¿Y tu caña Pip, acaso piensas pescar con las manos?- Me pregunta de forma burlona.
    No me había dado cuenta, pero baje tan rápido que se me ha olvidado traerla.
   -Preferí dejarla en casa, quiero aprender a pescar con redes.- Le digo para que crea que la dejé a propósito. Si hay algo que nos caracteriza a los Lapworth, es que somos orgullosos, no nos gusta asumir nuestros errores, yo trato de hacerlo pero no puedo, lo llevo en la sangre.
   -¿Pescar con redes? Eso solo se usa cuando hay abundancia peces, y últimamente no la ha habido.-
   -Da igual, quiero aprender a usarlas, siempre he querido saber como se usan.-
   -Bueno, si insistes, te enseñaré, ve a buscar las que dejé en el patio.-
    Doy media vuelta y voy a buscarlas. Mientras camino me doy cuenta que aprender a usar redes me sería muy útil en los juegos, he visto que los de mi distrito usan redes para capturar peces, animales y hasta otros tributos, una red podría ser un arma mortal si supiera usarla.
    Tomo las redes, me junto con mi padre y partimos rumbo al lago.
   -¿Pasaremos a comprar carnada primero?.- Le pregunto a mi padre.
   -Tengo mucha en la mochila hijo, no es necesario.-
    Me arrepiento de no haberme comido el plato de pescado, acabo de recordar que mi padre suele pasar por lo menos dos horas en el lago y yo voy con el estomago vacío.
   -¿Y traes comida en tu mochila? quizás nos de hambre.- Le pregunto.
   -¿Hambre? acabamos de desayunar, no creo que nos de hambre, ademas si quieres comer algo podrías comerte alguno de los peces que pesquemos.-
   -¿No te cansas de comer pescado siempre?.-
   -¿¡Cansarme!? ¡No existe nadie que se canse del pescado!.-
   -Pues yo ya me estoy cansando de él.-
   -¿Me hablas en serio? Pero si a ti...- Antes de que mi padre terminara la frase se nos acerca un hombre con una cicatriz en el cuello y parte de su cara llamado Kriseppe Dighset, el jefe de los agentes de la paz.
   -¿Para donde creen que van con esa caña y esas redes? El Lago está cerrado.- Nos dice con autoridad
   -¿Cerraron el lago? ¿Como cierran un lago?- Le pregunta mi padre.
   -Si nosotros queremos, lo cerramos. Ya nadie mas puede ir excepto los profesionales, están entrenando para los juegos.-
   -Por favor Dighset, mi hijo quiere aprender a usar las redes... Él igual quiere ser un profesional-
    ¿Un profesional? ¿de que está hablando mi padre? sabe que mi peor pesadilla es ir a los juegos y dice que quiero ser un profesional.
   -¿Así que el pequeño Lapworth quiere ser un profesional, eh? Míralo, con ese cuerpo debilucho no llegará a ninguna parte.-
   -!No soy debilucho!.-
   -Calma Pip, Dighset nunca te ha visto en acción.-
No tengo ni idea a donde quiere llegar mi padre, quizás lo esté haciendo para que Dighset nos deje pasar al lago, sí, eso debe estar haciendo, creo que lo mejor será seguirle el juego.
   -Tienes razón, él nunca me ha visto con mi caña ¿recuerdas cuando atrapé un pájaro con ella?-
   -Si me acuerdo, fue hace unos cuantos meses ¿por qué no nos dejas pasar Dighset? ¿no te gustaría que ganáramos de nuevo los Juegos este año?.- Dice mi padre riendo
    Como lo creía, mi padre está actuando para que nos deje pasar, yo nunca he atrapado un pájaro con una caña, ni siquiera soy muy hábil con ella, básicamente la carnada es la que hace todo el trabajo.
   -¿Un pájaro? interesante, me gustaría ver eso... Bueno, está bien, los dejare pasar, pero luego tendrán que mostrarme como tu hijo pesca algún pájaro.-
    A pesar de que Dighset sea el jefe de los agentes de la paz, no es tan estricto, en el distrito solemos cumplir las reglas así que no tenemos problemas con él.
   Dighset le hace una seña a uno de los agentes del lugar y nos deja entrar al lago. Caminamos unos cuantos metros y vemos a los profesionales. Reconozco a muchos de ellos, los he visto en la escuela y otros son conocidos dentro del distrito.
   -Hola señor Lapworth ¿que hace por aquí?.- Pregunta una pequeña voz.
   -Hola Nikka ¿que haces tú aquí?.-
    Nikka es nuestra vecina, tiene solo doce años y su hermana mayor tiene mi edad, se llama Serefli y ha estado entrenando para los juegos desde que nos conocimos, bueno, no es que seamos amigos ni nada, pero es mi vecina y la veo todos los días. Por lo que he visto, su familia hace todo lo posible para que ella sea una profesional y gane alguna vez los juegos. Siempre me ha parecido atractiva pero nunca he mantenido una conversación estable con ella, quizás hoy pueda hacerlo, de seguro debe estar por aquí entrenando.
   -¿Serás una Profesional igual que tu hermana, Nikka?.-
   -Si señor Lapworth, hoy hemos venido al lago para aprender a usar las lanzas, pescaremos con ellas.-
    Dejo a mi padre conversando con la pequeña Nikka y salgo a buscar a Serefli. Veo a los demás jóvenes tirando lanzas al agua y sacando montones de peces clavados, algunos tienen tan buena puntería que sacan por lo menos cinco de una sola vez, otros, en cambio, solo tiran la lanza rogando que por favor le haya dado a algo. No todos  los que están aquí son las maquinas de guerra que la gente cree que son.
    Sigo buscando a Serefli pero no la encuentro, en su lugar, me topo con Randoll Dhuffo, el profesional mas famoso del distrito, su padre ganó los juegos cuando era joven y al parecer su hijo lo hará también. Ya tiene diecisiete años y el próximo año se ofrecerá como voluntario, si es que no lo hace este mismo año.
   -¡Miren, acabo de pescar a ocho! ¡y les he dado en la cabeza!.- Grita Randoll a todos los que estábamos cerca.
    La gente empieza a aplaudirlo y yo también lo hago, es increíble lo bueno que es para esto. La otra vez lo vi bajando manzanas de un árbol, le tiraba pequeñas piedras a las ramas donde estaban sujetadas y las rompía haciendo caer las manzanas, tiene muy buena puntería.
    Dejo atrás a Randoll y a su grupo de aduladores y me dirijo a donde veo que están las mujeres, de seguro que ahí estará Serefli. En el grupo de las mujeres destaca Sundell Dosl, otra joven que es conocida por todos. Ella ya tiene dieciocho, y es obvio que participará en estos juegos. No conozco a sus padres, pero ella es claramente la mejor de las mujeres, es mas, me atrevería decir que la persona con mayor habilidad, después de la de Randoll, es ella. No es muy femenina, tiene el pelo corto de color rubio. Mide aproximadamente dos metros y tiene grandes músculos en los brazos y piernas. En este momento se encuentra tirando lanzasos al agua sin buenos resultados, se ve un poco enojada. A lo lejos veo un cuerpo que reconozco de inmediato. Es Serefli. Me apresuro y llego rápido donde ella.
   -Hola.- Me saluda antes de que yo estuviera preparado.
    Estoy acostumbrado a ser yo el que siempre inicie las conversaciones, así siento que llevo el control del tema.
   -Hola Serefli, ¿como te ha ido con lo de pescar con la lanza?-
   -No sabía que tú igual querías ser un profesional, no te he visto nunca entrenando.- Me dice ignorando mi pregunta
   -Si.. digo, no, no quiero ser un profesional, solo vine para aprender a pescar con redes.-
   -Es difícil pescar con lanzas, solo he podido pescar doce peces en estas dos horas que he estado entrenando.- Nuevamente ignoró lo que le dije
   -¿¡Dos horas!? pero si es muy temprano ¿A que hora te levantas?.-
   -Antes de que salga el sol, me gusta madrugar y salir a caminar por el distrito cuando no hay nadie.- Por fin toma atención de lo que le digo.
    Me queda mirando por unos segundo y luego recoge unas lanzas que hay en el piso
   -¿Te gustaría aprender a pescar con lanzas? no soy muy buena, pero se la técnica, si quieres te la enseño.- Me pregunta con gran emoción.
   -Bueno, pero después tengo que volver con mi padre.-
   -Mira, es muy sencillo, solo la tomas de esta forma y la pones sobre tu hombro. Ahora, para lanzarla extiendes tu brazo de esta forma y cuando llegues a este punto, la sueltas, es sencillo, lo difícil es darle al pez.- Serefli me hace una demostración y clava la lanza en un pez que iba pasando.
   -¡Bravo! le diste.-
   -¡Si! ¿ves? así es como se hace.- Pone una sonrisa en su cara que hace tenga que mirar a otro lado para no ponerme nervioso.
    Cojo una lanza y la pongo sobre mi hombro izquierdo y pongo mi mano derecha formando un arco con los dedos para poder apuntar mejor. La lanza es algo pesada, así que pierdo un poco el equilibrio, ademas el hecho que Serefli esté mirando me pone un poco nervioso.
    Cuando estoy preparado para lanzar llega mi padre.
   -Pip, te estaba buscando, me dejaste solo por allá, por lo menos me hubieses dicho que vendrías para acá.- Me dice con un poco de enojo.
    Sin salir de mi posición, hago un movimiento con los ojos indicándole que está Serefli a mi lado. Mi padre hace una pequeña sonrisa y rápidamente cambia su expresión a una mas neutral.
   -Hola Serefli ¿le enseñas a Pip como usar la lanza?.-
   -Si señor, estaba a punto de hacer su primer tiro.-
   -Bueno Pip, muéstrame como pescas con eso.- Me dice con su voz burlona
    Me centro en un pez que hay nadando a no muchos metros de la orilla e intento seguir su recorrido.              Cuando creo que ya descubrí su próximo movimiento tiro la lanza con fuerza.
   -¡Bum! en el centro.- Dice Serefli muy emocionada. - Felicidades, yo no pude darle a ninguno hasta después de varios intentos.-
   -Se llama suerte de principiante.- Dice mi padre un poco celoso. -¿Puedo probar yo?.-
   -Si, claro, tenga, use esta ¿sabe usarlas?.-
   -Creo...- Mi padre pone la lanza del mismo modo que lo hice yo pero cuando la arroja sale disparada de forma recta y no le da a nada. -Uff... Es difícil, trataré de nuevo.-
    Mi padre es de esas personas que no acepta la derrota y no creo que parará hasta que le dé a algún pez.
   -Ahora si que le doy.- Dice con una cara de superioridad.
    El tiro le sale peor que el de antes, sin embargo no se rinde, y toma otra lanza. Estuvo tirando lanzas al lago por un largo tiempo, yo como ya me estaba aburriendo trate de hablar nuevamente con Serefli.
   -Y... ¿Te gustaría participar en estos juegos?.-
   -No, estos juegos son para Sundell, ella se ofrecerá como voluntaria. Yo quiero participar en el vasallaje.- Me responde de una forma muy alegre.
   -Y... ¿Cual es tu mayor habilidad?- La verdad no se me ocurre nada de que hablar, tengo la mente en blanco al ver su cara de frente.
   -Soy muy ágil trepando los arboles, ademas soy muy rápida y se camuflarme entre la hierba y las rocas.-
   -¿Y que tal te va con las armas?.-
   -No muy bien, pero las se usar todas, solo me falta practicar.-
   -Yo no se usar ninguna, bueno, ahora se usar la lanza.- Serefli se empieza a reír.
   -Pip, nos vamos.- Dice mi padre frustrado, al parecer no pudo pescar nada con la lanza.
   -¿Ahora? pero sí ni siquiera hemos pescado.-
   -No importa, ya es tarde y debemos irnos.- Dice frunciendo el ceño.
   -Bueno, adiós Serefli, gracias por enseñarme a usar la lanza, quizás nos veamos otro día.-
   -Pip, vivimos al lado, nos vemos todos los días.- Me dice riéndose
    Hago una pequeña mueca y me voy con mi padre. No dijimos ni una palabra mientras regresábamos a casa, el orgullo de mi padre lo hacía sentir como si no haber podido pescar con la lanza fuera la peor vergüenza del mundo, ademas creo que saber que yo pude hacerlo al primer intento le hace sentir peor.
Cuando llegamos a casa mi madre ya tenía listo el almuerzo. Comimos todos juntos y de a poco mi padre empezó a hablar de nuevo. Yo tenía mucha hambre, así que comí muy rápido. Cuando terminé, me levante de la mesa y salí a caminar sin rumbo por el distrito.

martes, 1 de enero de 2013

49° Juegos del Hambre: Introducción

Los 49° Juegos del Hambre es una historia fanfic basada en Pip Lapworth, un adolescente de 16 que le tocó salir elegido como tributo del Distrito 4. Aunque la historia se base muchos años antes de lo conocido en la saga de Los Juegos del Hambre nos encontraremos con elementos totalmente nuevos y uno que otro personaje ya conocido...